¿Piensas y repiensas en el daño que te han hecho? ¿Te cuesta trabajo perdonar? Te platico un poco qué puede estar pasando:
• El dolor emocional: Cuando alguien nos hiere, el dolor que sentimos puede ser profundo y duradero. Este sufrimiento emocional puede dificultar el proceso de perdón, ya que el recuerdo de la ofensa sigue presente, y frecuentemente es alimentado con nuevos recuerdos alrededor de la experiencia que nos es complejo perdonar.
• No te dan lo que tú has dado: Esto sucede cuando sientes que la otra persona no da lo mismo que tú; por ejemplo, el mismo amor, la misma lealtad, el mismo compromiso o la misma fidelidad. Esta sensación puede causar un resentimiento que haga más difícil perdonar.
• La memoria del agravio: Nuestra mente tiende a recordar con más fuerza las experiencias negativas que las positivas Esto hace que las heridas emocionales permanezcan vivas en nuestra memoria, dificultando dejar atrás el resentimiento.
• El miedo a la vulnerabilidad: Perdonar implica abrirse emocionalmente y, en cierto sentido, bajar la guardia. Este acto de vulnerabilidad puede ser difícil, especialmente si tememos volver a ser heridos.
• La percepción de justicia: A veces sentimos que perdonar es como justificar la ofensa o renunciar a la justicia. Esta idea puede hacernos resistir el perdón, porque queremos que se reconozca el daño que vivimos.
¿Y entonces, cómo se puede avanzar?
Recuerda que perdonar no significa olvidar ni justificar la ofensa, sino liberarte del resentimiento para cuidar tu bienestar emocional.
Es un proceso personal que toma tiempo, pero que contribuye a sanar y a recuperar la calma y la paz interior. En pareja también puede trabajarse tomando nuevos acuerdos, siempre que ambos estén dispuestos a hacerlo desde la empatía y el compromiso, en las ocasiones en las que la sanación de la pareja ya no es posible si se esta pendiente un trabajo de recuperación persona, lo importante es siempre buscar la mejoría.

